Metamorfosis

Llegan momentos a nuestra vida cuando buscamos una mejora, o más bien una transformación. Son instantes de oro puro en los cuales el alma se enfrenta a la búsqueda espiritual, entonces ya no sabemos si deseamos mejorar o sólo encontrarnos con el Cristo. Pues hay momentos de confusión e incertidumbre en la travesía que caminamos y sólo el encuentro total nos trae la felicidad perpetua de haber encontrado el tesoro escondido. Aunque el haberlo hallado nos trae la enseñanza de saber disfrutar el proceso de la búsqueda. Porque cada segundo que pasa es un regalo de Dios, y en ese instante se cruza el tiempo y la eternidad.

El presente esbozo que tienes en tus manos, lo he escrito en dos momentos diferentes de la travesía. Por ello el lector podrá descubrir que en los dos primeros capítulos me esfuerzo por compartir unos principios básicos de la sabiduría espiritual que nos sirven para el desarrollo personal.
Comenzamos desde el principio de todas las cosas, lo que llamamos “génesis”. El primer punto de partida se encuentra en la comprensión de saber cómo y en quién empieza toda creación.

Lo creado tiene dos extremos que a su vez forman un sólo lienzo de una misma pintura. El hombre tiende a separar y dividir todo y destruye todo indicio de unidad, pero la comprensión de estos principios puede reunir todas las cosas en uno. De lo invisible surge lo visible, de lo que no es surge aquello que es y que hoy podemos ver y palpar.
En este primer capítulo estudiamos los elementos a tener en cuenta para llegar a manifestar aquello que deseamos, y la fe tiene un papel principal en escena. El “creed que lo recibiréis” se logra a través del agradecer antes de recibir. Y de esto han sido grandes maestros todos los enviados de Dios.

Analizamos también cómo dar a luz tu deseo, es un proceso que podemos lograr llegando a la unidad primordial de nuestra alma. Consideramos la gran importancia de crear la imagen de nuestro deseo. No debemos ignorar el valor de la imagen que proyectamos en nuestra conciencia, pues ésta es de vital importancia para nuestra realización. Una vez conjugados los elementos expuestos entenderemos cómo se crean las cosas.

En el capítulo 2, subrayamos la importancia de la lámpara del cuerpo, como lo enseñó el Maestro de Nazaret. Siendo el ojo la personificación de lo que hay dentro de nosotros, es la puerta de la mente al mundo visible y se extiende hasta el asiento del alma.

Por ello la importancia de saber cultivar “un buen ojo para ver”, porque el ojo bueno significa la unidad restablecida con el Cristo. Por ello nos centramos en saber mirar de la forma adecuada, hablando místicamente.

En el capítulo 3, la dinámica cambia, la necesidad se muda, la travesía se enturbia y la tempestad azota al alma. Entonces nace la poesía, que expresará el sentir del espíritu en su transitar por un valle de sombras, y es aquí en donde comienza la metamorfosis más profunda, la necesidad más apremiante del ser, que se traduce en la búsqueda del alma —que se debe hacer por necesidad—, además del encuentro y la serenidad de la vereda del amor.

Tomo parte de los breves dichos de Jesús escritos en uno de los evangelios hoy considerados apócrifos, redactados, según el juicio de algunos historiadores y estudiosos, antes de los evangelios que hoy conocemos. En los fragmentos citados se habla del proceso del alma en su travesía espiritual.
Todo lo he escrito con el corazón, pido disculpas si no hay quizá una correlación en las ideas, pero cuando el alma escribe no tiene cuidado de esos menesteres. Un fuerte abrazo. Que el Inconmensurable Dios les siga bendiciendo.